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“BELMONTE”. Entre la Vida y el Arte

JORGE VILLEGAS HERNÁNDEZ “eltíojorge.com”

CORAZÓN FILMS

Difícil ser Artista,

y Aún Más con la Carga

de una Complicada Vida Interna

Hace muchos años pero muchos en verdad, se lanzó una película estelarizada por el actor y cantante, o cantante y actor Mario Lanza, quien interpretó la vida de Enrico Caruso.

«El Gran Caruso». dónde más que plantear una trayectoria artística, se expone mucho de la vida de quien fuera dueño de una de las voces más reconocidas en el siglo 20; pero más que nada quien llevó a las alturas la escuela de canto italiano.

Esa película no viene el caso, ni tampoco tiene mucho que ver con la que hoy nos reúne, y que es la historia de un pintor.

Lo que me quedó grabado de la historia de Caruso fue que en un momento dado, él dice una frase muy profunda y difícil; y es que el cantante no es dueño de la voz, sino la voz es dueña del cantante.

No sé si esto aplique a todas las artes, específicamente las plásticas, la pintura en este caso.

Lo que sí aplica es que los artistas, y me refiero a los creadores ¡no son nada sencillos!

Pero eso es lechuga

de otra ensalada

¿Quién es J. BELMONTE?

Desde luego no se trata de JUAN BELMONTE. Uno de los toreros de la época más o menos contemporánea; y también impulsor de un estilo que dejó huella.

¡Pero no! ¡No se trata de él! Aunque la coincidencia es que también abrazó una profesión, a la que muchos refieren como “ARTE”: La Fiesta Brava.

Se trata de JAVIER BELMONTE, un pintor de la vida real, pero no precisamente un artista con el mismo nombre.

Bueno, un pintor que interpretó, sin ser actor, a un pintor que no existe, y que se trata del BELMONTE en cuestión.

Y ahí es donde el escritor y director Federico Veiroj se lanza el reto de poner a actuar a un pintor, y retratar la vida de un artista sumamente rebuscado.

Este pintor (el personaje), no es el típico artista sin dinero, con una vida amorosa confusa, y sin ningún porvenir aparente. Porque es común que el éxito les llega después de muertos a estos personajes.

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Lo único que retrata a un pintor “sui géneris”, es la tan acostumbrada depresión, que gusta de acompañar a estos personajes por toda la vida…o casi toda.

Y posiblemente es una coincidencia (además del apellido), con JUAN BELMONTE, cuya depresión lo llevó al suicidio en 1962, a los 70 años de edad.

Regresando a la película:

Javier es depresivo teniendo más que una seguridad económica.

Javier es depresivo, a pesar de su éxito profesional, siendo todavía relativamente joven.

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Javier es depresivo, a pesar de que ama a su hija Celeste; amor que es plenamente correspondido, aunque con sus asegunes; debido al momento existencial que vive la chica. Por cierto, en la vida real, Celeste es hija del director de la película ¡y tampoco es actriz!

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Javier es depresivo, habiendo tenido un buen matrimonio, y llevando una relación bastante civilizada con la mamá de Celeste, de quien se encuentra divorciado.

Javier es depresivo, a pesar de que las mujeres prácticamente lo corretean.

Javier es depresivo ¡porque le da la gana!

Aunque ¡sí! El desarrollo de la película desenmaraña todo esto y más.

Entonces se va uno compenetrando en la vida de un artista y ser humano, que abandona su postura como JAVIER ¡para ser “BELMONTE”!

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