«JUDY». PRISIONERA DE SU TALENTO. DISTRIBUCIÓN CINÉPOLIS
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JORGE VILLEGAS HERNÁNDEZ
Hace bastantes años, todavía siendo un niño, tuve la oportunidad de disfrutar la película biográfica de uno de los más grandes cantantes del siglo 20: ENRICO CARUSO.
¿La película? «El Gran Caruso».
No es el tema que reúne en este momento; aunque la refiero por una escena bastante determinante, en donde el cantante ya triunfador, por segunda ocasión en su vida no puede hacer lo que su corazón le dicta, ya que tiene que cumplir con un compromiso en la Misa de Gallo de Nueva York.
Ahí, el personaje interpretado por el actor cantante Mario Lanza, refiere una frase bastante fuerte y emotiva: «Uno cree que la voz le pertenece, pero realmente es uno quien le pertenece a la voz».
Los talentos, incluyendo los de tipo artístico, generalmente conllevan fuertes responsabilidades de quienes los poseen.
El mundo del espectáculo, específicamente, es conocido por contar con «niños prodigio»que no encuentran un camino acertado a la madurez.
Posiblemente son «orientados» y explotados
por sus propios padres;
aunque también existen casos
en que ellos mismos buscan maneras
para verse reflejados en los grandes reflectores
del glamour y de la fama.
¿Cuál sería el caso específico de Judy Garland?
Aparentemente, el primero de ellos.
Se dice que era un talento artístico desde los dos años, cuando cantó por primera vez para un público.
Posiblemente cantó, como muchos otros niños pequeñitos lo han hecho, lo hacen, y lo siguen haciendo.
¿Que tuviera ya un talento, o que se le fabricara uno para conveniencia de sus padres? ¡Eso es otra cosa!
Seguramente había mucho de cierto en cuanto al «talento natural», pero seguramente también HUBO una gran parte de profesionales en el desarrollo de ese diamante en bruto.
Despega realmente a los casi 16 años, con la exitosa película de blanco y negro y en color: «EL MAGO DE OZ» ¡Y ahí comienza la leyenda de una gran diva, inmersa en todo tipo de problemas existenciales!
¡Y aquí comienza la película!
Una Judy Garland, en la mitad de sus «cuarentas».
Una figura de leyenda.
Una artista en la antesala de uno
de los más grandes retos de su vida.
Una mujer que se enfrenta a sí misma
y a sus fantasmas.
Una diva que ha vivido prisionera
y víctima de su talento.
Una figura como solamente lo pudo ser,
lo es y lo sigue siendo «JUDY».
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