Extraña y aparentemente contradictoria mezcla de cualidades.
Visitar ese bello estado, es sumergirse en un hábitat de verdadera calma, donde la sola escenografía invita al descanso y la meditación.
Excelente comida, ambiente inmejorable, además del mejor de sus valores, que son sus habitantes.
Pero por otro lado, todas esas virtudes son resultado de la pujanza de una entidad toda, que se alza con un indiscutible liderazgo en desarrollo y bienestar. Con el fuerte sustento de sus raíces.
La Semana Santa, o las fiestas de Pascua, es uno de las celebraciones religiosas más destacadas en diversas partes del mundo católico o cristiano: festejar la resurrección de Cristo, una forma de expiación de los pecados o malas acciones personales de quienes asisten a las representaciones de este supuesto acontecimiento sucedido hace dos mil años del calendario occidental.
En Querétaro, como en la mayoría del mundo católico, cientos de personas asisten alegres a una dramatización de los últimos días de Jesucristo, cuya figura marcó un hito en la historia y la base de una doctrina que pervive hasta nuestros días desde hace cientos de años.
Cada una de las representaciones se caracteriza por algún aspecto de su realización, en Filipinas por los castigos corporales, en Italia y en España por sus antiguas procesiones; en México, la representación más celebrada es la de Iztapalapa en la Ciudad de México por sus miles de asistentes y por la calidad de sus escenarios, sus vestuarios y la preparación de sus actores para la dramatización; sin embargo, para quien visita y habita Querétaro, los festejos de la también llamada semana mayor son una opción para disfrutar de esta tradición religiosa.
Pero Querétaro trasciende a la Semana Santa y a cualquier temporada vacacional.